Cuando continúas pese a las dificultades
Es bastante fácil que desfallezcamos ante los problemas que nos plantea la vida. Ciertamente nos cansamos cuando las cosas no salen como esperábamos. No cabe duda que la perseverancia es un don maravilloso. Precisamente, hoy en día no es fácil que perseveremos. Uno de los grandes dilemas del mundo actual es, precisamente, la resistencia al fracaso. Cada vez, con más rapidez nos cansamos ante las adversidades y tiramos la toalla con gran facilidad. Sin embargo, continuar tiene su premio
La grandeza de ser pequeño
No es fácil ser pequeño. No se trata de ser pequeño de estatura, sino de ser capaz de ponerse en el final de la cola, el último de la fila, dejar pasar a los demás. Precisamente, se nos entrena para lo contrario, para engañar y colarse, para situarnos en primera posición, para llegar antes, para estar el primero de la lista. A veces, incluso, hay quien hace trampas, con la finalidad de llegar primero, de obtener el premio, de llegar antes. Pero no todos podemos ser primeros, por eso la humildad es un valor tan especial
La única lucha que se pierde es la que se abandona
Cuentan la historia de un buscador de oro en la fiebre de este material en América. Compró su trozo de tierra, comenzó a excavar su mina durante algún tiempo. Sin embargo, con el paso de los años, al ver que sus esfuerzos eran infructuosos, decidió vender su propiedad por un poco de dinero que no le compensó el trabajo realizado excavando, pero sí el precio del solar. Cuentan que a los pocos días el comprador de su mina, encontró enormes pepitas de oro y se hizo millonario. Aquel hombre se lamentó por su operación y por no perseverar un poco más.
La satisfacción de la gratitud
Hay quien da gracias hasta por respirar. Cosa que no está mal. Es de bien nacido ser agradecido, nos propone el dicho. Ahora recuerdo que hace unos días leí una frase —desconozco su autor— sobre el agradecimiento que me impactó. Decía así: cuando ayudes da las gracias, porque tienes la opción de dar y no eres el que necesita la ayuda. Me pareció maravilloso, el don de la gratitud deberíamos traerlo todos instalados desde pequeños.
Nada más fuerte que la esperanza
Cuentan la historia de un joven pescador que en días de marea baja acudía a la playa para devolver al mar las estrellas de mar que, por ese fenómeno quedaban varadas en tierra. Cierto día en que se dio ese fenómeno la cantidad de estrellas era inmensa, casi no se podía caminar por la playa sin pisar alguna. En cuanto el muchacho se dio cuenta, tras la faena, acudió a la playa y empezó a recoger las estrellas y a devolverlas a la mar. Un paseante que andaba por allí al atardecer, miraba incrédulo la labor del joven. Tan increíble le parecía su labor que se acercó a decirle que desistiera de aquella empresa que era imposible.
Fe y Vida 