Deslumbrar, pero sin encandilar

Seguro que todos/as hemos conocido a personas inspiradoras. Un profesor/a, un conocido, un ídolo alguien que no nos deslumbra, sino que nos inspira a ser como el o como ella. Personas inspiradoras que nos alumbran el camino que nos enseñan, no sólo con lo que hacen, sino con su vida y con ejemplo Son, sin duda personas totalmente maravillosas.

Seamos luz en esta Navidad

Pero, además, hay personas que encandilan. Aquellas que son conocidas, atractivas físicamente o por cualquier otro motivo. Seguramente serán populares y, para algunos, serán importantes, pero su luz nos ciega. Es muy potente e, incluso a veces, molesta. Por tanto, no es lo mismo alumbrar que encandilar. Precisamente, quien nos encandila, de algún modo nos quita la posibilidad de ver. No nos permite tener una visión personal, sino que nos nubla, nos elimina la capacidad de decisión. Nos quita nuestra propia vista. En cambio, quienes nos deslumbran, de algún modo, también nos alumbran, nos enseñan el camino, pero no nos quitan la posibilidad de decidir, solo nos muestran, nos enseñan un modelo.

En esta semana seguimos conociendo a quien no se aprovechó de su protagonismo, quien no quiso deslumbrar ni encandilar, aunque pudo hacerlo. Juan el Bautista, podía haber dicho que él era el importante, que él era la luz, pero no. Sabe perfectamente cual es su papel. Su trabajo es alumbrar, enseñar, deslumbrar para que veamos pero sin encandilar ni cegar a aquellos que le seguían. Su popularidad era tal, que en determinado momento, como vemos en el evangelio de hoy, le interrogaron si él era realmente a quien esperaban, Elías o el Mesías. Pero el es tajante, yo les bautizo con agua, pero el que viene les bautizará con Espíritu Santo.

Tal como nos narra el texto, el no deslumbraba ni encandilaba. Él no era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. Y éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron donde él desde Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntarle: «¿Quién eres tú?». Él confesó, y no negó; confesó: «Yo no soy el Cristo». Y le preguntaron: «¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías?». Él dijo: «No lo soy». «¿Eres tú el profeta?». Respondió: «No». Entonces le dijeron: «¿Quién eres, pues, para que demos respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?». Dijo Él: «Yo soy voz del que clama en el desierto: ‘Rectificad el camino del Señor’, como dijo el profeta Isaías.

Aprendamos a no deslumbrar, a no mostrar palabras bonitas que luego se quedan en nada. Simplemente alumbremos encandilemos para alumbrar y mostrar el camino. Seamos luz como Juan el Bautista, sin quitar protagonismo a quien verdaderamente lo tiene, el que ha de venir, el que estamos esperando.

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About @jebeloal

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